En 1966 nació el Corolla, la “corona de flores”. Encabezados por Tatsuo Hasegawa, responsable de desarrollo, los diseñadores de Corolla se propusieron cautivar el corazón del gran público. El principio rector del programa era crear un auto deportivo, tanto por imagen como por tacto de conducción. Este nuevo vehículo revolucionario se ofrecía con diversas carrocerías y adoptaba numerosas tecnologías innovadoras nunca antes vistas en el mercado japonés, como la suspensión MacPherson o la transmisión de cuatro cambios. La gama del modelo constaba de un sedán de dos puertas, otro de cuatro puertas y un familiar de dos puertas.