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Turbos

Renault había experimentado exitosamente con el uso del turbo en Le Mans donde ganó en 1978 con el Alpine A442B. Envalentonados decidieron ingresar en la F1 y para ello prepararon su propio monoplaza, obviamente con motor turbo. Excepto por los colosales Porsche turbo de Cam Am, normalmente la sobrealimentación en la competición se realizaba por compresores mecánicos, pero el pequeño Renault logró marcar el nuevo rumbo en la F1. El reglamento exigía que la cilindrada para un impulsor sobrealimentado fuera de 1.5 litros (la mitad de uno de aspiración normal), una gran desventaja incluyendo roturas y gran demora en la entrega de la potencia, sin embargo, el pequeño V6 del rombo se mostró muy poderoso. Así varias marcas se subieron a la ola del turbo incluyendo a Ferrari y a BMW que logró superar los 1.400 CV, aunque no se sabe realmente cuánto podía entregar su 4 cilindros porque ese era el límite de sus dinamómetros.