La F1 y algunas otras categorías experimentales suelen ser las madres de casi todos los avances en materia de desarrollos del auto, tanto de competición como de calle, pero aquí tenemos un desarrollo que vino del mundo de la tierra y el derrape: la tracción a las cuatro ruedas.
La idea ya había sido utilizada por algunos fabricantes como Jensen en su Interceptor, pero a principios de los 80s cuando Audi aterrizó en el WRC con su Coupé Quattro cambió la cara del deporte para siempre. Si bien la tracción integral no es la mejor para la competición en circuitos, en superficies de baja adherencia como las del Rally esta fue la fórmula ganadora y la que se sigue usando hasta hoy.