Este muscle car aprovechó todas las ventajas que dio su antecesor – Grand National-, al pasarse de la NASCAR, donde fue rey, a la calle.
Malas decisiones como la de cambiar el color negro por un gris y vino tinto, le quitaron credibilidad a esta máquina, que ya no tenía el mismo poder que en los óvalos. Pero 1987, fue el año de la reivindicación del Grand National.
Su versión limitada GNX, aunque tenía varios inconvenientes mecánicos de fábrica -que podían hacer perder el control-, le devolvió el poder a sus conductores y por ser la sensación del momento le hizo competencia al Ford Mustang y Chevrolet Corvette, que mandaban la parada en los 80’s.
Al día de hoy, el Buick Grand National GNX es un ícono norteamericano que sigue presente para el séptimo arte ya que ha sido utilizado en varias películas en la que la velocidad en cuatro ruedas es la protagonista.