El cromo, es sinónimo de lujo, pero solo si se aplica en los lugares indicados y en las proporciones justas. Sobrepasarse con el metal brillante (y también con el satinado) puede hacer que tu auto quede como una bola de boliche que encandila a todos con su mal gusto. Además, hay que tener en cuenta que muchas de estas piezas tienen bandas autoadhesivas que debido a la agresividad del pegamento pueden arruinar la pintura original.