Lanzada al mercado en 1999, la décima generación del Skyline es un vehículo inalcanzable y soñado para cualquier fanático del tuning. Su motor más popular fue el RB26DETT, con 6 cilindros en línea y 280 CV declarados por la fábrica, que resultaban ser muchos más en el dinamómetro. Tal era el potencial de este motor biturbo, que hasta el tuner oficial Nismo lanzó versiones de más de 500 CV, mientras que muchos fanáticos llevaron la cuestión al extremo, exigiéndolo por encima de los 1.000 CV. En la segunda entrega de la saga, Brian O'Conner conduce con un Skyline gris con vinilos y luz de neón azul que resulta ganador de una adrenalínica carrera, luego de un temerario sobrepaso aéreo en un puente levadizo.