La Bestia. En este bólido de 1970 murió el padre de Dominic Toretto, quien lo reconstruye pero no lo maneja porque le inspira un profundo temor. Y no es para menos, ya que su gigantesco V8 fué llevado hasta los 900 CV mediante un inmenso sobrecargador que sobresale del capó, provocando que la descomunal cantidad de torque retuerza el chasis y lo pare sobre las ruedas posteriores al arrancar. Este vehículo es el ave fénix de la saga, ya que que resulta destruido en múltiples ocasiones y vuelto a reconstruir.