En marcha el Golf GTi es confortable, inclusive comparado con modelos no deportivos, y sereno gracias a la caja DSG que se encarga de mantener el motor desahogado para lograr un destacable consumo urbano.
Apenas hunde el acelerador la caja se toma un instante en bajar uno o dos cambios, y el resto se puede resumir con la frase: “al infinito y más allá”. Si se escoge la modalidad Sport o se la gobierna la transmisión con las levas del volante, el preámbulo es casi inexistente.
La aceleración viene acompañada por un escape perfectamente calibrado, con una sonoridad y tono ideales para disfrutar en todo momento, pero sin que sea molesto.
Aún con una caja relativamente corta, que ronda las 3.000 vueltas para marchar a velocidades legales, el confort acústico es alto. Sin embargo, cada vez que se pisa el acelerador, llega a nuestros oídos la más hermosa invitación de velocidad, que hay que saber rechazar antes de ver el velocímetro en números alarmantes para la vía pública.